Tiempo después que J. Justeson y T. Kauffman publicaran el desciframiento de la escritura epi-olmeca afirmando que pertenece a una lengua mixe-zoque (lea en este mismo blog, Orígenes I), hubo a quien no le pareció que dicho trabajo estuviese completo. Michael Coe y Stephen Houston aplicaron el procedimiento de Justeson y Kauffman a una máscara con inscripciones epi-olmecas y no hallaron sentido al texto obtenido; la máscara descrita es de estilo teotihuacano y se desconoce su ubicación actual, aunque se sabe que se halla en una colección privada en Estados Unidos.
Sin embargo, la estela de La Mojarra no es el único texto que contiene caracteres epi-olmecas; otros han sido hallados alrededor del Istmo de Tehuantepec (Tres Zapotes, Chiapa de Corzo, Cerro de las Mesas), y uno de los más famosos es la Estatuilla de Tuxtla. Ésta fue hallada en 1902 por un campesino en los alrededores de San Andrés Tuxtla, Veracruz; después reapareció en el Instituto Smithsoniano y en la actualidad se halla en el Museo Nacional de Historia Natural, Washington, EUA.
Reproducción de la Estatuilla de Tuxtla, Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México
La Estatuilla de Tuxtla representa a un hombre con el rostro cubierto por el pico de un ave del sureste de México, la Garza pico de bota (Cochlearius cochlearius); esta garza habita aún hoy el ecosistema donde se desarrolló la cultura olmeca. Sobre lo que parece ser un abrigo de plumas que cubre a este personaje está grabado un texto epi-olmeca, además de la fecha correspondiente al año 162 de nuestra era, es decir ¡hace casi 2000 años!
Por algún tiempo esta fue la fecha más antigua grabada en una pieza arqueológica, hoy el registro más antiguo procede de la Estela 2 de Chiapa de Corzo (sitio arqueológico zoque), fechada en el año 36 antes de nuestra era. Los registros de fechas que acompañan a la escritura epi-olmeca pertenecen al calendario de cuenta larga, una notación numérica muy utilizada por los mayas para fechar acontecimientos importantes en sus estelas, pero cuyos registros (los de los mayas) más antiguos aparecen 300 años después que los epi-olmecas.
Garza pico de bota (Cochlearius cochlearius) en un manglar, Coatzacoalcos, Veracruz
La cuenta larga se basa a su vez en la numeración vigesimal, ampliamente difundida en el área mesoamericana; éste es un sistema de numeración posicional en el que un punto representa el 1 y una barra horizontal representa el 5, y así hasta el 19. El número veinte se representa colocando un punto a un nivel superior, y el cero (una concha estilizada) en el nivel anterior. La utilización del calendario de cuenta larga y la numeración posicional indican que la invención del cero es más antigua de lo que se pensaba, y que fue utilizado por los olmecas mucho antes que la cultura maya.
Numerales del calendario de cuenta larga en la Estela de La Mojarra, Museo de Antropología de Xalapa |
Muchos elementos de las culturas que ocuparon el área olmeca, como la escritura epi-olmeca, la numeración y el calendario de cuenta larga se difundieron a gran parte de Mesoamérica. Incluso hoy el conteo de los días es una práctica que se efectúa directa o indirectamente asociada a los calendarios prehispánicos; por ejemplo, en la cultura Ayuujk existe un especialista ritual cuyo nombre significa “el que sigue la cuenta de los días”, se le llama xëmaapyë o xëpayë’ëpyë, y se sigue utilizando la numeración vigesimal. El legado de los olmecas en las culturas mixe-zoques modernas persiste, a pesar de encontrarnos a varios siglos de distancia.
<-<-<-<-<-<-<-<>->->->->->->->
Se pueden consultar en línea las primeras descripciones de la Estatuilla de Tuxtla, las imágenes de la máscara teotihuacana con inscripciones epi-olmecas, y numerosos registros fotográficos de monumentos con escritura epi-olmeca.