lunes, 19 de abril de 2010

Tiene espinas el rosal...

Una de las (dolorosas )experiencias al trabajar con plantas es que en ocasiones, éstas nos agreden. Quien afirme que las plantas no pueden considerarse organismos agresivos, definitivamente nunca se ha metido a un espinal. Y aunque la agresividad sea una cualidad que les otorgamos los humanos, es innegable que ciertas plantas pueden parecer expertas en causar dolor, en especial las que tienen espinas. Si estas palabras no los convencen, siempre está la posibilidad de experimentar por ustedes mismos.

El origen de las espinas es distinto en cada grupo (o familia, hablando botánicamente) de plantas, ya que existen tanto espinas verdaderas como espinas falsas (púas y aguijones). Las verdaderas son aquellas que derivan de alguna parte de la hoja, e incluso las reemplazan en su totalidad. Los magueyes, por ejemplo, tienen espinas en la punta y borde de sus hojas, por lo que éstas eran utilizadas en Mesoamérica precolombina para punzarse orejas y otras partes del cuerpo y así ofrendar la propia sangre a los dioses. En el sureste de Puebla se cuenta que el “asiento de suegra” (Echinocactus platyacanthus, cactus globoso con espinas muy gruesas) era utilizado en la Revolución para que las madres confesaran dónde habían escondido a sus hijas. ¿Cómo?... las sentaban en el cactus. Y en la región alta de la Sierra Mixe, las espinas de una hierba espinosa (Eryngium sp.) son utilizadas como “aliciente” para continuar el camino.

Plantas espinosas de Tlahuitoltepec. Izquierda, arriba: un cactus (Selenicereus). Izquierda, abajo: un maguey (Agave). Derecha: una herbácea (Eryngium)

Otras plantas con espinas verdaderas son ciertas leguminosas, conocidas como acacias, mimosas, zarzas o espinos; en ellas las espinas derivan de estructuras ubicadas en la base de las hojas, conocidas como estípulas. En algunas de estas plantas, como Acacia cornigera y Acacia mayana, se ha desarrollado además una relación con hormigas (para variar, agresivas también) que habitan dentro de sus espinas. Cuando un animal o persona las toca, las hormigas responden al movimiento atacando al individuo que, además de espinado, termina mordido por hormigas.

Plantas del género Acacia, izquierda: Acacia cornigera, derecha: Acacia farnesiana (poop kujp, espino blanco o huizache)

No obstante, las espinas más famosas pertenecen al grupo de las falsas, es decir, no derivan de las hojas. Me refiero a las de las rosas y plantas afines. Estas “espinas” (que en Botánica reciben el nombre de púas) son crecimientos puntiagudos de la cutícula de los tallos, que no mantienen conexión con los tejidos de conducción del interior del tallo, lo que sí hacen las espinas verdaderas. Por esto, es más fácil quitarle las púas a una rosa, que quitárselas a un cactus.

Existe la idea generalizada que las espinas (verdaderas y falsas) protegen a las plantas de ser comidas. La agresión de la que somos objetos, es en realidad una defensa que permite la sobrevivencia de la planta, pues ¿acaso a alguien le agrada espinarse la lengua? La verdad yo no, así que procuremos el no encontrarnos cara a cara (o espina a piel), con una planta espinosa, pues llevamos la de perder.

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Las espinas son tan conspicuas en ciertas plantas que incluso les dan nombre a ellas. Plantas como el huizache o espino blanco, y la zarzamora son conocidas en Ayuujk como poop kujp (Acacia farnesiana) y kujp tsä’äm (Rubus sp.) respectivamente, en los que la palabra kujp significa, literalmente, espina (blanca en el primer caso, y con fruto en el segundo).

Además, también se han utilizado para nombrar el tipo de vegetación en que estas plantas son dominantes. Algunos de los nombres dados por Miranda y Hernández para ciertos matorrales son: Matorral inerme (sin espinas), Matorral espinoso con espinas laterales y Matorral espinoso con espinas terminales; Rzedowski, por otro lado, también incluyó al Bosque espinoso entre los tipos de vegetación de México.