lunes, 6 de diciembre de 2010
La sierra en llamas
lunes, 29 de noviembre de 2010
Pijy
miércoles, 20 de octubre de 2010
¿Y tu ombligo?
miércoles, 13 de octubre de 2010
Los observadores
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Rehilete
martes, 10 de agosto de 2010
Xenk
Hace poco pude, finalmente, ver por completo la película “El libro de la selva”, basada en las historias escritas por Rudyard Kipling. En ella, un grupo de animales con los que Mogwli interactúa me resultaron muy graciosos por sus diálogos respecto a la muerte. Me refiero a los buitres, los cuales al cantar sus penas y deseos (así como los de otra película donde también aparecen buitres cantando "Festín celestial"), ponen en claro que para ellos la muerte de otros organismos les permite vivir, ya que ése es su alimento.
En nuestro país no existen buitres, cuyo nombre se aplica a las aves del Viejo mundo; en su lugar, tenemos zopilotes. Es probable que a no muchos les agradan los zopilotes, ya que su apariencia no es la más atractiva entre las aves, además que sus hábitos los ubican en un lugar poco agradable de la cadena alimenticia: el final.
Los zopilotes se alimentan de los animales que han muerto –carroña–, aunque también pueden consumir animales vivos. Es sabido que cuando observamos zopilotes volando en círculos, muy cerca hay algún animal muerto. A pesar de lo repugnante que pueda parecer, con esto contribuyen a evitar la proliferación de enfermedades que podrían desarrollarse en los animales en descomposición.
Como nunca he sido buen observador de las aves, para mí fue una sorpresa el saber que en México existe más de una especie de zopilote. Los más comunes son el de cabeza roja (Cathartes aura) y el de cabeza negra (Coragyps atratus). Existen otros, menos abundantes como el zopilote rey, de mayor porte y cada vez más escaso y el zopilote de cabeza amarilla, distribuidos en el sur del país. Estas aves son parientes, además, del cóndor californiano y del cóndor andino.
Zopilote de cabeza roja (Cathartes aura) con las alas extendidas. Cerca de Chamela, Jalisco.
Una de las peculiaridades de los zopilotes de cabeza roja es que hallan a los animales muertos por medio de la vista y el olfato, sentido que tienen bien desarrollado, a diferencia de la mayoría de las aves. Por el contrario, el olfato de los zopilotes de cabeza negra no es bueno, por lo que suelen seguir a los de cabeza roja para hallar alimento.
La importancia de los zopilotes es mayor no solo si consideramos la cantidad de organismos que mueren cada día; sino que estos animales además de aparecer en películas, también forman parte de la cultura mexicana, pues existen leyendas en torno a ellos y diferentes creencias en las zonas rurales de México. Son animales que merecen nuestra admiración, a pesar de su aspecto inusual.
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Zopilote es una palabra de origen náhuatl, y Xenk es su nombre en ayuujk. En la cultura Ayuujk los zopilotes aparecen en los mitos de origen, además de creencias relacionadas con las actividades agrícolas y las herramientas de trabajo. En uno de los mitos contados por mi abuela, fue un zopilote el que acarreó lentamente la tierra fértil desde las partes bajas de la sierra hacia las montañas, transportándola entre sus alas y esparciéndola a medida que volaba.
lunes, 31 de mayo de 2010
Orígenes I. Una estela en La Mojarra, Veracruz
En 1986 se descubrió cerca del pueblo La Mojarra, municipio de Alvarado, Veracruz, una estela con uno de los registros escritos más antiguos de Mesoamérica (año 159 dne). Este tipo de escritura fue posteriormente llamada epi-Olmeca o ístmica, debido a que cronológicamente pertenece al último periodo de la cultura olmeca y a que geográficamente se ubica en el Istmo de Tehuantepec.
El desciframiento del texto lo llevaron a cabo John S. Justeson y Terrence Kauffman, quienes publicaron sus primeras conclusiones en 1993, en un artículo titulado A decipherment of epi-Olmec hieroglyphic writing (El desciframiento de la escritura jeroglífica epi-Olmeca) en la revista Science. Estos investigadores utilizaron una reconstrucción de las etapas tempranas de los idiomas actualmente hablados en la región, y propusieron que el idioma en el que estaba escrita la estela es el pre-proto-zoque (la forma más temprana del zoque, un idioma pariente del mixe).
Una sección de la Estela de La Mojarra. Obtenida de Wikipedia
En la estela, de acuerdo con Justeson y Kauffman, se narra la vida del personaje que acompaña el texto, un guerrero-líder llamado en pre-proto-zoque “tukë kotzëk koyumi” o “el señor de la montaña de los cosechadores” (¿quizás podría traducirse en mixe como tujkpë kojpk konk?). Al argumentar que la estela está escrita en un idioma de la familia lingüística mixe-zoque, los investigadores dan soporte a la idea que los olmecas (aquellos que construyeron las cabezas colosales y que son conocidos popularmente como la cultura madre de Mesoamérica), fueron un pueblo hablante de mixe-zoque (o por lo menos en parte).
Esta idea fue planteada por Kauffman desde 1969, con base en la ubicación actual de los pueblos mixe-zoques, que coincide con las regiones donde existen sitios arqueológicos olmecas o epi-olmecas (sur de Veracruz, oeste de Tabasco, noreste de Oaxaca y occidente y sur de Chiapas) y a que ciertas palabras de origen mixe o zoque fueron adoptadas en otros idiomas, como el náhuatl y el maya. Sin embargo, la evidencia arqueológica que confirmara la idea, era muy escasa hasta la aparición de la estela.
Imagen completa de la Estela, el señor de la montaña de los cosechadores según Justeson y Kauffman.
Si bien no todos los expertos en el tema han aceptado la idea que los olmecas fueran hablantes de algún idioma mixe-zoque, e incluso hay quienes afirman que el desciframiento de la estela de La Mojarra fue mal hecho y no corresponde al pre-proto-zoque, cada vez cobra más fuerza esta idea. Por lo tanto, el origen de los pueblos mixes y zoques está ligado al desarrollo de la cultura olmeca, es decir, somos pueblos con una muy profunda y valiosa raíz histórica.
La estela de La Mojarra arribó al Museo de Antropología de Xalapa en 1986. Desafortunadamente, desconozco si está disponible al público, para quienes tengan la oportunidad de visitar esta ciudad y puedan contemplarla, así sea tan solo por el hecho de ser una de las primeras manifestaciones de escritura en Mesoamérica prehispánica.
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La Historia de nuestra cultura, la ayuujk o mixe, es apenas conocida de forma fragmentaria. Con la serie Orígenes, pretendo divulgar los pocos hechos que he hallado al indagar al respecto. Estas son pistas de nuestro pasado, cuya integración aún queda pendiente. Se reciben comentarios.
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Los artículos publicados en revistas internacionales, como la mencionada aquí, no están accesibles de forma gratuita al público. No obstante, si estas interesado en obtener una copia, puedes escribirme al correo del blog.jueves, 13 de mayo de 2010
Árboles y flores
En una historia contada por una amiga sobre un viaje a cierta ciudad del sureste poblano, narraba el testimonio de un poblador sobre la existencia de un árbol que, a lo largo del año, producía flores de dos colores distintos.
De acuerdo con esta persona, el árbol tenía un periodo en el que las flores eran de color morado y en otro periodo las flores eran rojas. A pesar de la equivocación al considerar a dos árboles semejantes (vistos de lejos) como uno solo, la percepción es acertada al mencionar que las temporadas de floración ocurren en diferentes épocas del año.
Recordé esto porque ahora que estamos en primavera (o lo que llamo la época seca y de calor), en las calles de diferentes ciudades y pueblos de México puede observarse la floración de uno de los árboles causantes de la confusión, el de las flores moradas, mejor conocido como jacaranda (Jacaranda mimosifolia). El otro árbol es el framboyán o tabachín (Delonix regia), cuyas flores son rojas.
Flores de Jacaranda en Morelia, Michoacán
Al seguimiento de los cambios en las plantas a lo largo del año se le conoce como fenología. Cada planta presenta periodos sucesivos, aunque no necesariamente independientes, de producción de hojas, flores, frutos y semillas a lo largo del año. En el caso de las jacarandas, presenciamos ahora el fin de su temporada de floración, mientras que el del framboyán apenas inicia; otras plantas florecen en otoño y algunas más en invierno. Estas variaciones en la fenología de las plantas están relacionadas con las características ambientales de su sitio de origen, que incluyen las variaciones de temperatura e intensidad de las lluvias a lo largo del año, así como la duración del día.
Framboyán cerca de Huimanguillo, Tabasco
La confusión entre estos dos árboles se debe, en parte, a su diferente fenología, pero también podría estar asociada otra estructura semejante, pues las hojas (también vistas de lejos), se parecen. Sin embargo, es necesario mencionar que sí existen plantas que pudieran tener dos flores distintas, aunque, en ese caso no estaríamos hablando de diferencias en color, sino de diferencias en el sexo de la flor.
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lunes, 19 de abril de 2010
Tiene espinas el rosal...
Una de las (dolorosas )experiencias al trabajar con plantas es que en ocasiones, éstas nos agreden. Quien afirme que las plantas no pueden considerarse organismos agresivos, definitivamente nunca se ha metido a un espinal. Y aunque la agresividad sea una cualidad que les otorgamos los humanos, es innegable que ciertas plantas pueden parecer expertas en causar dolor, en especial las que tienen espinas. Si estas palabras no los convencen, siempre está la posibilidad de experimentar por ustedes mismos.
El origen de las espinas es distinto en cada grupo (o familia, hablando botánicamente) de plantas, ya que existen tanto espinas verdaderas como espinas falsas (púas y aguijones). Las verdaderas son aquellas que derivan de alguna parte de la hoja, e incluso las reemplazan en su totalidad. Los magueyes, por ejemplo, tienen espinas en la punta y borde de sus hojas, por lo que éstas eran utilizadas en Mesoamérica precolombina para punzarse orejas y otras partes del cuerpo y así ofrendar la propia sangre a los dioses. En el sureste de Puebla se cuenta que el “asiento de suegra” (Echinocactus platyacanthus, cactus globoso con espinas muy gruesas) era utilizado en la Revolución para que las madres confesaran dónde habían escondido a sus hijas. ¿Cómo?... las sentaban en el cactus. Y en la región alta de la Sierra Mixe, las espinas de una hierba espinosa (Eryngium sp.) son utilizadas como “aliciente” para continuar el camino.
Plantas espinosas de Tlahuitoltepec. Izquierda, arriba: un cactus (Selenicereus). Izquierda, abajo: un maguey (Agave). Derecha: una herbácea (Eryngium)
Otras plantas con espinas verdaderas son ciertas leguminosas, conocidas como acacias, mimosas, zarzas o espinos; en ellas las espinas derivan de estructuras ubicadas en la base de las hojas, conocidas como estípulas. En algunas de estas plantas, como Acacia cornigera y Acacia mayana, se ha desarrollado además una relación con hormigas (para variar, agresivas también) que habitan dentro de sus espinas. Cuando un animal o persona las toca, las hormigas responden al movimiento atacando al individuo que, además de espinado, termina mordido por hormigas.
Plantas del género Acacia, izquierda: Acacia cornigera, derecha: Acacia farnesiana (poop kujp, espino blanco o huizache)
No obstante, las espinas más famosas pertenecen al grupo de las falsas, es decir, no derivan de las hojas. Me refiero a las de las rosas y plantas afines. Estas “espinas” (que en Botánica reciben el nombre de púas) son crecimientos puntiagudos de la cutícula de los tallos, que no mantienen conexión con los tejidos de conducción del interior del tallo, lo que sí hacen las espinas verdaderas. Por esto, es más fácil quitarle las púas a una rosa, que quitárselas a un cactus.
Existe la idea generalizada que las espinas (verdaderas y falsas) protegen a las plantas de ser comidas. La agresión de la que somos objetos, es en realidad una defensa que permite la sobrevivencia de la planta, pues ¿acaso a alguien le agrada espinarse la lengua? La verdad yo no, así que procuremos el no encontrarnos cara a cara (o espina a piel), con una planta espinosa, pues llevamos la de perder.
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Las espinas son tan conspicuas en ciertas plantas que incluso les dan nombre a ellas. Plantas como el huizache o espino blanco, y la zarzamora son conocidas en Ayuujk como poop kujp (Acacia farnesiana) y kujp tsä’äm (Rubus sp.) respectivamente, en los que la palabra kujp significa, literalmente, espina (blanca en el primer caso, y con fruto en el segundo).
Además, también se han utilizado para nombrar el tipo de vegetación en que estas plantas son dominantes. Algunos de los nombres dados por Miranda y Hernández para ciertos matorrales son: Matorral inerme (sin espinas), Matorral espinoso con espinas laterales y Matorral espinoso con espinas terminales; Rzedowski, por otro lado, también incluyó al Bosque espinoso entre los tipos de vegetación de México.
viernes, 19 de marzo de 2010
Malthus y los Mixes
El Ensayo sobre los principios de la población, del inglés Robert Malthus, es conocido como una de las lecturas que le sirvieron a Charles Darwin para su Teoría sobre la evolución biológica. En ese ensayo, Malthus plantea que la población humana tiene un crecimiento de tipo exponencial (los valores se duplican en el mismo intervalo de tiempo describiendo una curva ascendente cuando se grafica), mientras que la producción de alimentos crece geométricamente (los valores aumentan una sola unidad en el mismo intervalo de tiempo describiendo una recta).
El crecimiento de la población humana puede medirse a diferentes escalas, ya sea considerando todo el planeta, sólo un país, un estado, un municipio o incluso una localidad, mientras se tenga un registro histórico del número de habitantes. Malthus utilizó los valores de Inglaterra del S. XVIII para observar las tendencias de crecimiento; nosotros podemos hacer lo mismo para poblaciones más pequeñas, por ejemplo, los municipios de la zona Mixe alta: Mixistlán, Tlahuitoltepec, Tamazulapan, Ayutla, Tepuxtepec y Tepantlali.
Cabecera municipal de Tlahuitoltepec-Xaamkëjxp. Este municipio es el más poblado de la zona Mixe alta, en los últimos 15 años su población se incrementó en 2000 habitantes
Las variaciones en la población (número de habitantes) de México son registradas por el INEGI en los Censos de cada 10 años, y a partir de 1995, en los Conteos de población. El registro más viejo que obtuve para estos municipios data de 1930, con lo que se tienen 75 años para observar las tendencias de crecimiento poblacional. Los valores de población de los municipios mencionados se ajustaron a curvas exponenciales por municipio, utilizando además el valor de R2, el cual entre más cercano sea a 1, indica que los datos se asemejan más a un crecimiento exponencial.
¿Qué se obtuvo realizando este ajuste? Resultó que en el caso de los municipios más poblados, el ajuste es muy bueno, con valores muy próximos a 1: R2=0.96 para Tlahuitoltepec y R2=0.94 para Tamazulapan. En el resto de los municipios el ajuste es menor: R2= 0.85 para Mixistlán, R2=0.80 para Ayutla, R2=0.78 para Tepantlali y R2=0.72 para Tepuxtepec. Esto quiere decir que Tlahuitoltepec y Tamazulapan tienen un crecimiento muy cercano al exponencial, mientras que en el resto de los municipios la tendencia es menos marcada.
Curvas de crecimiento de los municipios de la zona Mixe alta. Los puntos corresponden al número de habitantes por año y las líneas a la curva exponencial
Al contrastar ambos tipos de crecimiento (el poblacional y el de los alimentos), la conclusión de Malthus fue que en algún momento habría escasez de alimentos pues la demanda sería superior a lo que se produce. Sin embargo, su predicción fue errónea pues la Revolución Industrial incrementó la producción de alimentos en su época, mientras que otros factores atenuaron el crecimiento exponencial de la población europea.
En el caso de la zona Mixe alta, no existen datos de producción de alimentos para poder contrastarlos, y si bien es evidente que existen tendencias de crecimiento poblacional de tipo exponencial, no quiere decir que en el futuro estas tendencias se mantengan, pues existe muchos factores que intervienen en las tasas de crecimiento (entre ellas la migración). No obstante, es necesario recalcar que los municipios mixes sí crecen, y que esto podría traer consecuencias de índole ambiental, económica, social e incluso cultural.
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Además de funcionar como modelo de ajuste a los datos, la función exponencial puede extrapolarse y así obtener una predicción de la población futura para cada municipio. Con base en esta línea de tendencia, y el error estimado para cada municipio, podría esperarse en el 2010 una población de 9266±491 habitantes en Tlahuitoltepec, 7704±550 para Tamazulapan, 5373±679 para Ayutla, 3443±557 para Tepuxtepec, 2537±367 para Tepantlali y 2934±335 para Mixistlán.
En este año, el INEGI realizará el XIII Censo de Población y Vivienda, cuyos resultados se publicarán seguramente el próximo año, sabremos entonces si la tendencia de crecimiento exponencial continúa o si están empezando a notarse que estos municipios llegan a su capacidad de carga (aunque sinceramente, no lo creo).
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Los datos de los censos y conteos poblacionales más recientes pueden consultarse en la página web del INEGI, que además incluye información detallada por estado, municipio y localidad. Datos anteriores pueden obtenerse en las oficinas regionales de cada estado.
martes, 9 de marzo de 2010
Nëwey
Cuando estuve por primera vez en Morelia no me había percatado de un hecho que hasta ahora llamó mi atención: en el camino diario que hago hacia el Centro de investigación donde estudio, atravieso varios arroyos. Y es que en la ciudad de Morelia existen numerosos de ellos, aunque no siempre son visibles y nadie los recuerda hasta la temporada de lluvias. Sin embargo, siguen allí y prueba de ello son los sauces que los acompañan (que son visibles independientemente de la época del año), y en esta ciudad tan carente de áreas verdes (defecto común a varias ciudades mexicanas), le proporcionan cierto verdor y contraste con las crecientes edificaciones.
Follaje de un sauce a orillas del río Tonto. Cerca de Tuxtepec, Oaxaca
Los sauces (Salix humboldtiana) son elementos típicos del denominado Bosque de galería o Vegetación riparia (y ahí vamos con la variedad de nombres). Ambos nombres hacen referencia a que esos árboles acompañan algún curso de agua, pues no cualquier planta puede crecer en ambientes donde el suelo está permanentemente húmedo. Además, dentro de los árboles de este bosque, los sauces son de los más resistentes a ciertos grados de contaminación (y si no me creen, échenle un ojo a como está el agua de los arroyos).
Pero estos no son los únicos árboles que conforman el bosque de galería, el cual puede variar a lo largo de nuestra república. En los bosques de galería también crecen las gigantescas hayas (Platanus mexicana), los frondosos ahuehuetes (Taxodium mucronatum), además de amates (Ficus), fresnos (Fraxinus uhdei), palos de águila (Alnus acuminata) y varios más.
Bosque de galería compuesto de hayas, junto al río. Ejido Tulimán, Zacatlán, Puebla.
Y así como en Morelia los sauces revelan que los arroyos siguen allí, en cualquier paisaje rural o urbano donde existan los árboles mencionados seguramente habrá agua, ya que es conocido que tanto pueblos como ciudades fueron fundados porque junto a ellos habían arroyos. Habría entonces que buscar el arroyo más próximo o la barranca más cercana para comprobar que allí siguen los sauces.
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Salix humboldtiana es el nombre científico para la planta que en Ayuujk llamamos Nëwey, y que en español se conoce como sauce. El nombre ayuujk indica su estrecha relación con el agua, ya que el prefijo në- deriva (quiero suponer) de la palabra nëëj, que significa agua. El nombre del ahuehuete (Taxodium mucronatum) tiene un origen semejante, aunque del náhuatl ahuehuetl, en el que el prefijo a- deriva de atl, que también significa agua.
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Una descripción detallada del sauce, el fresno, el palo de águila y la haya puede hallarse en la página web de la CONABIO sobre Árboles y arbustos nativos potencialmente valiosos para la restauración ecológica y la reforestación.